Blog del autor Sergio Moreno

martes, 14 de enero de 2014

TIEMPO

Es curioso cómo pasa. Hoy, echando un vistazo a los papeles llenos de palabras que he ido acumulando, al mirar una simple fecha, me he dado cuenta de que el día 21 de febrero hará exactamente cuatro años desde que comencé a escribir "en serio", y es irónico que lo hiciese para comenzar una novela de humor. Todo por una conversación con un buen amigo valenciano acerca de mi intención de crear un universo satírico inspirado en nuestro propio mundo. Él fue quien me envió los primeros nombres y descripciones de algunos de sus habitantes y planetas. Al final, ese amigo se retiró del proyecto, pero yo ya estaba metido de lleno en las primeras páginas de esa novela, que terminaría dos años después (curiosamente, también el 21 de febrero) y acabaría siendo deudora de ese gran autor llamado Terry Pratchett. Se llamaba (y se llama, no soy de esos autores que afirman destruir sus obras por una cosa denominada "autoexigencia") El Percusionista. La recuerdo con mucho cariño. Qué coño, me descojonaba vivo mientras la escribía imaginando las situaciones de los protagonistas. Tan bien me lo pasé, que desde entonces no he dejado de escribir prácticamente ni un solo día hasta hoy. Y si hago balance de todo este tiempo, no puedo sino alucinar ante los resultados que esta sencilla afición (que al final se ha convertido en verdadera vocación) le han reportado a mi vida. Tras los dos años que me llevó El Percusionista (enviado a varias editoriales de las que no he vuelto a saber absolutamente nada, a excepción de Nowevolution, que fue la que me dio esperanzas de llegar a publicar algún día -muchas gracias, Rubén-) aparqué mi interés por el humor y comencé con el terror, donde me di cuenta rápidamente de que podía desplegar una narrativa más cercana a otro de mis autores fetiche: Stephen King. Comencé por pequeños relatos. Muchos, quizá más de quince en apenas un año. Y después, gracias a páginas como escritores.org y otras que me recomendó otro buen amigo (esta vez vallecano, como yo) me metí de lleno en el mundo de los concursos literarios. Fue el día 1 de enero de 2013 cuando un sencillo mail me informaba de que uno de mis cuentos, La Ventana (podéis leerlo en este mismo blog), había resultado ganador del III Certamen de cuentos de Terror de la revista digital H de Humanidades. Empecé el año con una de las mejores noticias que cualquier aspirante a escritor puede recibir en su vida: alguien (poco me importó quien fuera, la verdad) había reconocido la valía de las 5 páginas que había escrito sobre un anciano encerrado en una habitación sombría. De verdad os deseo que podáis sentir lo que yo experimenté en ese momento. El premio (aparte de la inmensa alegría que me llevé) consistía en la publicación de los tres relatos ganadores sobre el papel, un fanzine cultural que editaba la propia página. Choff. A día de hoy, sigo sin tener noticias de aquella publicación, y lo que es peor: ni siquiera se han molestado en contestar a los mensajes que les mandé preguntándoles por ella. Ahora que lo pienso, ni siquiera me importa, pero en aquel momento fue un bajón de la ostia, la dosis de realidad necesaria para que mis esperanzas de ser escritor bajasen de las nubes en las que flotaban. Iluso. Es muy fácil esto de juntar unas cuantas letras, lo difícil es hacer que muchos otros las lean. En fin, seguí escribiendo (como ahora). Ya van tres novelas y un cúmulo de relatos realmente amplio. Y durante ese tiempo he logrado que me publicaran 1974, un relato Sci-Fi que podéis leer en el tercer fanzine de la Terbi; Rombos, que saldrá publicado en breve (febrero, más o menos) en un libro recopilatorio llamado Saborea la Locura, con los relatos que sus autores han accedido a publicar bajo la condición de adquirir, al menos, un ejemplar de la obra, yo entre ellos. En fin. También En las entrañas de la Locura se podrá leer en febrero o marzo gracias a la gente de Sedice.com y la AEFCFT, en la antología Visiones 2013, que han tenido a bien considerar que ese relato era merecedor de ser el primero por orden de publicación en dicho libro. Y por último, pero no por ello menos importante, logré ganar el I Festival de Cine de Terror La Mano, compitiendo con gente como Santiago Eximeno -si no conocéis su obra ya estáis dejando de leer y buscándolo en su página- en la categoría de relatos. Un trofeo en forma de mano y con un ojo en su palma y 150 euros me esperaban cuando me invitaron amablemente a la entrega de premios. Dios. Creo poder afirmar que es, cuanto menos extraño, que alguien sea capaz de ganar dinero con un texto cuya última palabra es polla. Ja. Ríete tú de las casualidades.
En fin, que al final va a resultar que valgo para esto de juntar palabras y que todo el tiempo que paso en la cocina con cara de enajenado mental no es tiempo desperdiciado (aunque pienso que no lo es de todos modos, disfruto taaaaaanto de la escritura aunque no tenga reconocimiento ajeno...). Y sigo pendiente de otros tres concursos (dos de ellos de inminente resultado), y mientras tanto, sigo escribiendo. Y creo que ya no sabría vivir sin hacerlo. Así de sencillo.
En fin, reflexiones que tiene uno. ¡Saludos!  

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